Los jóvenes que hacen su experiencia vocacional en la Academia Montecarmelo de los Heraldos del Evangelio, aunque no profesan votos y se mantienen en el estado laico, procuran practicar en toda su pureza fascinante los consejos evangélicos. Guardan el celibato y viven normalmente en comunidad, en un ambiente de caridad fraterna y disciplina. Se fomenta una intensa vida de oración y estudio, siguiendo la sabia directriz del Papa Juan Pablo II: “La formación de los fieles laicos tiene como objetivo fundamental el descubrimiento cada vez más claro de la propia vocación y la disponibilidad siempre mayor para vivirla en el cumplimiento de la propia misión” (Christifidelis Laici, 58). Esta vida comunitaria está disciplinada por un “Ordo de Costumbres”, una compilación de reglas que con el paso del tiempo se ha ido estableciendo voluntariamente entre los Heraldos del Evangelio. Reglamenta, según el carisma de la institución, todos los actos de la vida cotidiana de sus miembros, desde el modo de proceder consigo mismo en la intimidad, pasando por las relaciones entre los hermanos, en público y, sobre todo, en los actos más solemnes del día en que se reunen para rezar, cantar el Oficio o participar en la Liturgia.

En el primer Sábado del Mes un Bautismo, un nuevo hijo de Dios


Como ya es habitual los Heraldos del Evangelio participaron en la Comunión Reparadora del primer sábado de mes, realizada en la parroquia San Benito de Chorrillos, en Viña del Mar.

Para sorpresa de todos los fieles, en el momento del ofertorio uno de los componentes del coro de aspirantes recibió el sacramento del bautismo. Fue grande la alegría para todos, especialmente, para los jóvenes que participan en los talleres y actividades formativas de los Heraldos.

Terminada la misa, los jóvenes, juntamente con el neo-bautizado, se reunieron en la casa de la comunidad de los Heraldos del Evangelio para una celebración.

La misión de los Heraldos del Evangelio

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