Los jóvenes que hacen su experiencia vocacional en la Academia Montecarmelo de los Heraldos del Evangelio, aunque no profesan votos y se mantienen en el estado laico, procuran practicar en toda su pureza fascinante los consejos evangélicos. Guardan el celibato y viven normalmente en comunidad, en un ambiente de caridad fraterna y disciplina. Se fomenta una intensa vida de oración y estudio, siguiendo la sabia directriz del Papa Juan Pablo II: “La formación de los fieles laicos tiene como objetivo fundamental el descubrimiento cada vez más claro de la propia vocación y la disponibilidad siempre mayor para vivirla en el cumplimiento de la propia misión” (Christifidelis Laici, 58). Esta vida comunitaria está disciplinada por un “Ordo de Costumbres”, una compilación de reglas que con el paso del tiempo se ha ido estableciendo voluntariamente entre los Heraldos del Evangelio. Reglamenta, según el carisma de la institución, todos los actos de la vida cotidiana de sus miembros, desde el modo de proceder consigo mismo en la intimidad, pasando por las relaciones entre los hermanos, en público y, sobre todo, en los actos más solemnes del día en que se reunen para rezar, cantar el Oficio o participar en la Liturgia.

El fresco de Nuestra Señora del Buen Consejo de Genazzano

Nuestra Señora del Buen Consejo de Genazzano

En la pequeña y bella ciudad de Genazzano, se encuentra un fresco de más de siete siglos de existencia. Hasta hoy se desconoce dónde y por quién fue pintado. ¿Habrá sido su autor un ángel? ¿Será originario del Paraíso? Son preguntas osadas. Se comprende que ellas surjan, cuando se conoce la historia de los efectos producidos por esa piadosísima imagen, a lo largo del tiempo.

El fresco causa la impresión de haber sido pintado hace pocos días, incluso si se observa de cerca. Entretanto, hace 535 años que se encuentra junto a la pared de una capilla lateral de la iglesia. Más aún: según atestiguan los documentos, ¡se ha mantenido suspendido en el aire durante todo ese tiempo! Fue él trasladado de Scutari, Albania, a Genazzano por acción angélica.

Así describe esos sobrenaturales acontecimientos uno de los mayores entendidos en la materia:

“Traída por manos angélicas, se encontró [la imagen] suspendida allí en la rústica pared de la nueva iglesia, y con tres nuevos singularísimos prodigios entonces ocurridos. (…) La celeste pintura estaba sustentada por virtud divina a un dedo de la pared, suspendida sin fijarse en ella; y éste es un milagro tanto más estupendo si consideramos que la referida Imagen está pintada con colores vivos en una fina camada de revoque, con la cual se destacó por sí misma de la iglesia de Scutari, en Albania; como aún por el hecho, comprobado mediante experiencias y observaciones hechas, de que, al tocarse en la Santa Imagen, esta cede” (Fray Angelo María De Orgio, Istoriche di Maria Santísima del Buon Consiglio, nela Chiesa de´Padri Agostiniani di Genazzano, 1748, Roma, p. 20)

En el S. XIX, otro estudioso de renombre observó del celestial fenómeno:

“Todas esas maravillas [de la Santa Imagen] se resumen, en fin, en el prodigio continuo que consiste en encontrar hoy esta Imagen en el mismo lugar y del mismo modo como ella fue ahí dejada por la nube en el día de su aparición, en la presencia de todo un pueblo que tuvo entonces la felicidad de verla por primera vez. Ella se posó a una pequeña altura del piso, a una distancia de aproximadamente un dedo de la pared nueva y rústica de la capilla de San Blas, y allí quedó, suspendida sin ningún soporte” (Raffaele Buonanno, Memorie Storiche della Immagine di Maria SS. Del Buon Consiglio che si venera in Genazzano, Tipografia dell´Immacolata, Nápoles, 20 ed., 1880, p. 44).

Altar de la Virgen del Buen Consejo - Santuario en Genazzano

En la fiesta del bautismo de San Agustín y de San Marcos, patrono de Genazzano, el 25 de abril de 1467, alrededor de las cuatro de la tarde, una celeste melodía comienza a hacerse por los más variados rincones de la ciudad. Un gran número de personas, reunidas en la plaza del mercado, se ponen a indagar maravilladas de donde vienen los sublimes y arrebatadores acordes. Y he aquí que una divina sorpresa pasa delante de los ojos de todos: en medio de rayos de luz, una pequeña nube blanca desciende hasta una pared de la ya mencionada iglesia, cuyas campanas comienzan a repicar fuertemente y solas. Prodigio aún mayor: al unísono, la totalidad de las campanas de la ciudad tocan con energía.

Al deshacerse lentamente los rayos de luz y la nube, el bellísimo fresco que hasta hoy allí se encuentra pudo ser contemplado por el pueblo, y desde ese día no cesó de derramar copiosas gracias sensibles, haciendo justicia a la preciosa invocación de Madre del Buen Consejo.

La noticia de tan extraordinario acontecimiento se esparció por toda Italia, como un relámpago. Dos días más tarde, se inicia una verdadera avalancha de milagros: un poseso se libra de los demonios, un paralítico camina con naturalidad, una ciega recupera la vista, un joven empleado recién fallecido resucita… En los ciento diez primeros días, María del Buen Consejo distribuye ciento sesenta y un milagros a sus fieles devotos.

Peregrinos de todo el país se mueven para recibir los beneficios de la Madre de Dios.

Delante del santo fresco, una cosa es constante: ninguno de los pedidos que le son dirigidos deja la Virgen de atender de alguna manera. En la dudas, en las perplejidades e incluso en las pruebas, después de un cierto tiempo de oración—mayor o menor, dependiendo de cada caso—María Santísima hace sentir en el fondo del alma en dificultades su sapiencial y maternal consejo, acompañado de mudanzas de fisonomía y de color de la pintura. Es indescriptible ese especialísimo fenómeno.

Fue en Genazzano, a los pies del santo fresco de la Madre del Buen Consejo, que nacieron los Heraldos del Evangelio. Allí, Ella los inspiró, orientó y fortaleció. Por eso, a ejemplo de tantos otros, los Heraldos del Evangelio la consideran como su patrona. Además, por privilegio concedido por el Santo Padre, lucran en el día de su fiesta, 26 de abril, una indulgencia plenaria.

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Revista Heraldos del Evangelio


Domingo de Ramos

Domingo de Ramos, con hosannas, cantos y alabanzas, se prefigura la victoria  de Cristo sobre la muerte y el pecado. Es la puerta de entrada para la Pasión de Cristo: es el inicio de la Semana Santa. ¿Qué lecciones nos trae? ¿Qué frutos y gracias podemos conquistar?
Domingo de Ramos
Domingo de Ramos, con hosannas, cantos y alabanzas, se prefigura la victoria 
de Cristo sobre la muerte y el pecado. Es la puerta de entrada para la Pasión de Cristo: es el inicio de la Semana Santa. ¿Qué lecciones nos trae? ¿Qué frutos y gracias podemos conquistar?


El Domingo de Ramos es la conmemoración litúrgica que recuerda la entrada de Jesús en la ciudad de Jerusalén donde Él iría celebrar la Pascua judía con sus discípulos.

Él es el portal de entrada de la Semana Santa. Es en el Domingo de Ramos que se inicia la Semana de la Pasión. Es el día en que la Iglesia recuerda la historia y la cronología de esos acontecimientos para de él sacar una lección.

Un Rey entra a la ciudad montando un burro


Ya desde la entrada de la ciudad, los hijos de los hebreos portaban ramos de olivos y alegres agitaban con ellos, extendían mantos en el piso para que Jesús pase sobre ellos. ¡Jesús entró a la ciudad como Rey!

Hasta parece que era un deseo de Él que fuese así, pues, la escena en que todo transcurre reproduce la profecía de Zacarías: el rey de los judíos vendrá. Exulta de alegría, hija de Sión, suelta gritos de júbilo, hija de Jerusalén; he aquí que viene a ti tu rey, justo y victorioso; él es simple y viene montado en un burro, en el potro de una burra. (Zc 9,9)

Aunque Jesús montase un simple burro, el cortejo caminaba, alegre y digno. En la expectativa de estar allí el Mesías prometido, Jerusalén se transformó, era una ciudad en clima de fiesta.

Y Él era aplaudido, aclamado por el pueblo: "Hosanna al Hijo de David: bendito sea el que viene en nombre del Señor, el Rey de Israel; hosanna en las alturas". Esto ocurrió algunos días antes de que Jesús fuese condenado a la muerte, cuando los ecos de los gritos de "hosanna" ya se mezclaban al clamor de insultos, amenazas y blasfemias que lo llevarían a su Pasión redentora.

¿Qué tipo de Mesías querían aquellos judíos?

¿Qué tipo de Mesías querían aquellos judíos?


Desde la entrada festiva como rey en Jerusalén hasta el libertinaje de la flagelación, de la coronación de espinas y de la inscripción en la cruz (Jesús de Nazaret, rey de los Judíos), somos llevados a preguntar: ¿Qué tipo de rey aquel pueblo quería? ¿Y qué tipo de rey era Jesús? Nuestro Señor era aclamado por el mismo pueblo que lo había visto alimentar multitudes. Era aplaudido por aquellos que lo vieron curar ciegos y lisiados y, todavía hace poco, habían presenciado la resurrección de Lázaro.

Impresionada con todo eso aquella gente tenía la seguridad de que éste era el Mesías anunciado por los Profetas. Pero, aquel pueblo era superficial y mundano, juzgaba que Jesús fuese un Mesías político, un liberador social que fuese arrancar a Israel de las garras de Roma y devolverle el apogeo de los tiempos de Salomón. Y en eso estaban equivocados, engañados: ¡Él no era un Rey de este mundo!

Sus corazones apreciaban a Jesús de modo incompleto


La entrada de Jesús en Jerusalén fue una introducción para los dolores y humillaciones que luego Él sufriría abundantemente: la misma multitud que lo homenajeó movida por sus milagros, le dio las espaldas y pidió su muerte.

En el Domingo de Ramos queda patente cómo el pueblo apreciaba a Jesús de un modo incompleto. Es verdad que lo aclamaron, sin embargo, Él merecía aclamaciones inmensurablemente superiores. Merecía una adoración amorosa, ¡bien diversa de la que le fue dada!

Entretanto, lleno de humildad, allá iba Nuestro Señor Jesucristo sentado en un burrito, avanzando en medio de la multitud ruidosa, impulsando a todos al amor de Dios.

Sólo una persona lo entendió en aquella hora


En general, las pinturas y grabados presentan a Nuestro Señor mirando pesaroso y casi severo hacia la multitud. Para Él, el interior de las almas no ofrecía secreto. Él percibía la insuficiencia y la precariedad de aquella ovación.

Apenas una persona percibía lo que estaba sucediendo con Jesús y sufría con Él. Y esa persona ofrecía su dolor de alma como reparación de su amor purísimo a Nuestro Señor: era Nuestra Señora.

Pero..., ¡que requinte de gloria para Nuestro Señor! Era el mayor de ellos porque Nuestra Señora vale incomparablemente más que toda la Creación. En aquellas circunstancias, María representaba a todas las almas piadosas que, meditando la Pasión de nuestro Salvador, habrían de tener compasión y pena de Él. Almas que lamentarían no haber vivido en aquel tiempo para poder, entonces, haber tomado posición a lado de Jesús.

¿Domingo de Ramos en mi vida?


Existe un defecto que disminuyó la eficacia de las meditaciones que hacemos. Este defecto consiste en meditar los hechos de la vida de Nuestro Señor y no aplicarlos a lo que sucede en nosotros o en torno a nosotros.

Así, por ejemplo, a nosotros espanta la mutabilidad e ingratitud de los judíos que asistieron la entrada de Jesús en Jerusalén. Nosotros los censuramos porque proclamaron con la más solemne recepción el reconocimiento de la honra que se debería tener al Divino Salvador y, poco después, lo crucificaron con un odio tal que a muchos llega a parecer inexplicable.

¡Esa ingratitud, esa versatilidad para cambios de opinión y actitudes no existieron solo en los hombres de los tiempos de Nuestro Señor! La actitud de las personas contemporáneas de Jesús, festejando su entrada en Jerusalén y después abandonándolo a merced de sus verdugos, se asemeja a muchas actitudes que tomamos.

Muchas veces alabamos a Cristo y nos llenamos de buenas intenciones para seguir sus enseñanzas, sin embargo, al primer obstáculo, nos dejamos llevar por el desánimo, o por el egoísmo, o por la falta de solidaridad y, una vez más, por ese desamor, alimentamos el sufrimiento de Jesús.

¿Todavía hoy, en el corazón de cuántos fieles, tiene Nuestro Señor que soportar estas alternativas, estos cambios que oscilan entre adoraciones y vituperios, entre virtud y pecado? Y estas actitudes contradictorias y defectivas no se pasan apenas en el interior del alma de cada hombre, de modo discreto, en el fondo de las conciencias: ¿En cuántos países estas alternaciones se pasan y Nuestro Señor ha sido sucesivamente glorificado e ultrajado, en cortos intervalos espacios de tiempo?

Una pérdida de tiempo: no reparar las ofensas a Nuestro Señor


Es pura pérdida de tiempo horrorizarnos exclusivamente con la perfidia, fraude y traición de aquellos que estaban presentes en la entrada de Jesús en Jerusalén.

Para nuestra salvación será útil reflexionar también en nuestros fraudes y defectos. Con los ojos puestos en la bondad de Dios, podremos conseguir la enmienda y el perdón para nuestras propias perfidias. Existe una gran analogía entre la actitud de aquellos que crucificaron al Redentor y nuestra situación cuando caímos en pecado mortal.

¿No es verdad que, muchas veces, después de haber glorificado a Nuestro Señor ardientemente, caímos en pecado y lo crucificamos en nuestro corazón? El pecado es un ultraje hecho a Dios. Quien peca expulsa a Dios de su corazón, rompe las relaciones filiales entre criatura y Creador, repudia su gracia.

Y es cierto que Nuestro Señor es muy ultrajado en nuestros días. No por el brillo de nuestras virtudes, sino por la sinceridad de nuestra humildad nosotros podremos tener actitudes de aquellas almas que reparan, junto al trono de Dios, los ultrajes que a cada hora son practicados contra Él. Las lecciones del Domingo de Ramos nos invitan a eso. (JG)


Fuentes:
Dom Eurico dos Santos Veloso - O significado do Domingo de Ramos - CNBB -29 de Março de 2010
Felipe Aquino - O significado do Domingo de Ramos - Vida Eclesial - 30/03/2007D. 
Javier Echevarría - Domingo de Ramos: Jesus entra em Jerusalém 
Plinio Corrêa de Oliveira - excertos



Miércoles de Ceniza: el inicio de la Cuaresma

La imposición de las cenizas nos recuerda que nuestra vida en la tierra es pasajera y que nuestra vida definitiva se encuentra en el Cielo.

La Cuaresma comienza con el Miércoles de Ceniza y es un tiempo de oración, penitencia y ayuno. Cuarenta días que la Iglesia marca para la conversión del corazón.

Las palabras que se usan para la imposición de cenizas, son:

  • “Concédenos, Señor, el perdón y haznos pasar del pecado a la gracia y de la muerte a la vida”
  • “Recuerda que polvo eres y en polvo te convertirás"
  • “Arrepiéntete y cree en el Evangelio”.
Origen de la costumbre

Antiguamente los judíos acostumbraban cubrirse de ceniza cuando hacían algún sacrificio y los ninivitas también usaban la ceniza como signo de su deseo de conversión de su mala vida a una vida con Dios.

En los primeros siglos de la Iglesia, las personas que querían recibir el Sacramento de la Reconciliación el Jueves Santo, se ponían ceniza en la cabeza y se presentaban ante la comunidad vestidos con un "hábito penitencial". Esto representaba su voluntad de convertirse.

En el año 384 d.C., la Cuaresma adquirió un sentido penitencial para todos los cristianos y desde el siglo XI, la Iglesia de Roma acostumbra poner las cenizas al iniciar los 40 días de penitencia y conversión.
Las cenizas que se utilizan se obtienen quemando las palmas usadas el Domingo de Ramos de año anterior. Esto nos recuerda que lo que fue signo de gloria pronto se reduce a nada.

También, fue usado el período de Cuaresma para preparar a los que iban a recibir el Bautismo la noche de Pascua, imitando a Cristo con sus 40 días de ayuno.

La imposición de ceniza es una costumbre que nos recuerda que algún día vamos a morir y que nuestro cuerpo se va a convertir en polvo.Nos enseña que todo lo material que tengamos aquí se acaba. En cambio, todo el bien que tengamos en nuestra alma nos lo vamos a llevar a la eternidad. Al final de nuestra vida, sólo nos llevaremos aquello que hayamos hecho por Dios y por nuestros hermanos los hombres.

Cuando el sacerdote nos pone la ceniza, debemos tener una actitud de querer mejorar, de querer tener amistad con Dios. La ceniza se le impone a los niños y a los adultos.

El ayuno y la abstinencia


El miércoles de ceniza y el viernes santo son días de ayuno y abstinencia. La abstinencia obliga a partir de los 14 años y el ayuno de los 18 hasta los 59 años. El ayuno consiste hacer una sola comida fuerte al día y la abstinencia es no comer carne. Este es un modo de pedirle perdón a Dios por haberlo ofendido y decirle que queremos cambiar de vida para agradarlo siempre.


Catholic.net / Heraldos Noticias

Cristo Rey del Universo

Cristo Rey del Universo
Fiesta de Cristo Rey Es una de las fiestas más importantes del calendario litúrgico, porque celebramos que Cristo es el Rey del universo. Su Reino es el Reino de la verdad y la vida, de la santidad y la gracia, de la justicia, del amor y la paz. La fiesta de Cristo Rey fue instaurada por el Papa Pío XI el 11 de Marzo de 1925. El Papa quiso motivar a los católicos a reconocer en público que el mandatario de la Iglesia es Cristo Rey.

Con la fiesta de Cristo Rey se concluye el año litúrgico. Esta fiesta tiene un sentido escatológico pues celebramos a Cristo como Rey de todo el universo. Sabemos que el Reino de Cristo ya ha comenzado, pues se hizo presente en la tierra a partir de su venida al mundo hace casi dos mil años, pero Cristo no reinará definitivamente sobre todos los hombres hasta que vuelva al mundo con toda su gloria al final de los tiempos, en la Parusía.

En la fiesta de Cristo Rey celebramos que Cristo puede empezar a reinar en nuestros corazones en el momento en que nosotros se lo permitamos, y así el Reino de Dios puede hacerse presente en nuestra vida. De esta forma vamos instaurando desde ahora el Reino de Cristo en nosotros mismos y en nuestros hogares, empresas y ambiente.

Jesús nos habla de las características de su Reino a través de varias parábolas en el capítulo 13 de Mateo: «es semejante a un grano de mostaza que uno toma y arroja en su huerto y crece y se convierte en un árbol, y las aves del cielo anidan en sus ramas»; «es semejante al fermento que una mujer toma y echa en tres medidas de harina hasta que fermenta toda»; «es semejante a un tesoro escondido en un campo, que quien lo encuentra lo oculta, y lleno de alegría, va, vende cuanto tiene y compra aquel campo»; «es semejante a un mercader que busca perlas preciosas, y hallando una de gran precio, va, vende todo cuanto tiene y la compra».


La Iglesia tiene el encargo de predicar y extender el reinado de Jesucristo entre los hombres. Su predicación y extensión debe ser el centro de nuestro afán vida como miembros de la Iglesia. Se trata de lograr que Jesucristo reine en el corazón de los hombres, en el seno de los hogares, en las sociedades y en los pueblos. Con esto conseguiremos alcanzar un mundo nuevo en el que reine el amor, la paz y la justicia y la salvación eterna de todos los hombres.

Para lograr que Jesús reine en nuestra vida, en primer lugar debemos conocer a Cristo. La lectura y reflexión del Evangelio, la oración personal y los sacramentos son medios para conocerlo y de los que se reciben gracias que van abriendo nuestros corazones a su amor. Se trata de conocer a Cristo de una manera experiencial y no sólo teológica.

Acerquémonos a la Eucaristía, Dios mismo, para recibir de su abundancia. Oremos con profundidad escuchando a Cristo que nos habla. Al conocer a Cristo empezaremos a amarlo de manera espontánea, por que Él es toda bondad. Y cuando uno está enamorado se le nota. El tercer paso es imitar a Jesucristo. El amor nos llevará casi sin darnos cuenta a pensar como Cristo, querer como Cristo y a sentir como Cristo, viviendo una vida de verdadera caridad y autenticidad cristiana. Cuando imitamos a Cristo conociéndolo y amándolo, entonces podemos experimentar que el Reino de Cristo ha comenzado para nosotros.

Dedicar nuestra vida a la extensión del Reino de Cristo en la tierra es lo mejor que podemos hacer, pues Cristo nos premiará con una alegría y una paz profundas e imperturbables en todas las circunstancias de la vida. A lo largo de la historia hay innumerables testimonios de cristianos que han dado la vida por Cristo como el Rey de sus vidas.

La fiesta de Cristo Rey, al finalizar el año litúrgico es una oportunidad de imitar a estos mártires promulgando públicamente que Cristo es el Rey de nuestras vidas, el Rey de reyes, el Principio y el Fin de todo el Universo.

Evangelio del día

Excursión del Sector Juvenil de los Heraldos


Aprovechando el feriado de fiestas patrias, el sector juvenil de los Heraldos del Evangelio realizó una excursión a un lindo valle pre-cordillerano en las proximidades de Santiago.

En el contacto con la naturaleza, los jóvenes pudieron compartir juntos un grato momento de esparcimiento contemplando las maravillas que Dios operó en la creación.

Después la excursión y para concluir la jornada, los jóvenes participaron de una charla en la casa de formación.

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