Los jóvenes que hacen su experiencia vocacional en la Academia Montecarmelo de los Heraldos del Evangelio, aunque no profesan votos y se mantienen en el estado laico, procuran practicar en toda su pureza fascinante los consejos evangélicos. Guardan el celibato y viven normalmente en comunidad, en un ambiente de caridad fraterna y disciplina. Se fomenta una intensa vida de oración y estudio, siguiendo la sabia directriz del Papa Juan Pablo II: “La formación de los fieles laicos tiene como objetivo fundamental el descubrimiento cada vez más claro de la propia vocación y la disponibilidad siempre mayor para vivirla en el cumplimiento de la propia misión” (Christifidelis Laici, 58). Esta vida comunitaria está disciplinada por un “Ordo de Costumbres”, una compilación de reglas que con el paso del tiempo se ha ido estableciendo voluntariamente entre los Heraldos del Evangelio. Reglamenta, según el carisma de la institución, todos los actos de la vida cotidiana de sus miembros, desde el modo de proceder consigo mismo en la intimidad, pasando por las relaciones entre los hermanos, en público y, sobre todo, en los actos más solemnes del día en que se reunen para rezar, cantar el Oficio o participar en la Liturgia.

Tercer aniversario de ordenación de los primeros sacerdotes Heraldos

Sao Paulo, 15 jun 08.- Este domingo con una solemne Eucaristía realizada en la iglesia Nuestra Señora del Rosario de Fátima, los Heraldos del Evangelio recordaron el tercer aniversario de ordenación de los primeros 15 Sacerdotes Heraldos.
La liturgia fue presidida por el Padre João Clá Dias EP, fundador y superior general de esta asociación internacional de derecho pontificio y concelebrada por otros cuatro sacerdotes que fueron ordenados el 15 de junio de 2005. Los diez restantes se encuentran diseminados por distintas partes de Brasil y del mundo en donde los Heraldos están presentes.
Durante su homilía el Padre Joao Clá hizo hincapié en dar gracias a Dios por este inestimable regalo de la Providencia, de contar con una rama sacerdotal dentro de los Heraldos y de este modo colaborar con el ardoroso pedido que Nuestro Señor hace en el Evangelio de San Mateo: "Jesús viendo las multitudes, se compadeció de ellas, porque estaban cansadas y abatidas. Les dijo a sus discípulos: ´La mies es grande pero los operarios son pocos. Pedid pues al dueño de la mies que envíe trabajadores para la cosecha".
El Padre João Clá también hizo un pedido especial a la Providencia, a través de la Santísima Virgen: "que bendiga esta obra con numerosas vocaciones; de jóvenes que se comprometan en cumplir la misión sacerdotal de llevar la Buena Nueva a las gentes; que tengan compasión de esas multitudes de nuestros días que están cansadas y abatidas a la espera del anuncio del Evangelio".

La misión de los Heraldos del Evangelio

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