Los jóvenes que hacen su experiencia vocacional en la Academia Montecarmelo de los Heraldos del Evangelio, aunque no profesan votos y se mantienen en el estado laico, procuran practicar en toda su pureza fascinante los consejos evangélicos. Guardan el celibato y viven normalmente en comunidad, en un ambiente de caridad fraterna y disciplina. Se fomenta una intensa vida de oración y estudio, siguiendo la sabia directriz del Papa Juan Pablo II: “La formación de los fieles laicos tiene como objetivo fundamental el descubrimiento cada vez más claro de la propia vocación y la disponibilidad siempre mayor para vivirla en el cumplimiento de la propia misión” (Christifidelis Laici, 58). Esta vida comunitaria está disciplinada por un “Ordo de Costumbres”, una compilación de reglas que con el paso del tiempo se ha ido estableciendo voluntariamente entre los Heraldos del Evangelio. Reglamenta, según el carisma de la institución, todos los actos de la vida cotidiana de sus miembros, desde el modo de proceder consigo mismo en la intimidad, pasando por las relaciones entre los hermanos, en público y, sobre todo, en los actos más solemnes del día en que se reunen para rezar, cantar el Oficio o participar en la Liturgia.

Primera Comunión en la Parroquia Nuestra Señora de los Ángeles

Santiago.- Jóvenes participantes de las actividades del sector juvenil de los Heraldos del Evangelio, recibieron por primera vez la comunión, en la parroquia de Nuestra Señora de los Ángeles de Santiago, en una solemne eucaristía presidida por el Padre Ricardo del Campo, superior de la comunidad de los Heraldos.


Después de una esmerada preparación en la casa de formación de los Heraldos del Evangelio, estaban aptos para recibir a Jesús Eucarístico por primera vez. Los jóvenes colocaron en práctica las palabras del Divino Redentor: “El que come mi cuerpo y bebe mi sangre tiene vida eterna; y yo le resucitaré el último día.” (Jn 6,54)


La misión de los Heraldos del Evangelio

Visitantes online