

La otra parte de la misión, fue visitar a los bailes religiosos y demás peregrinos en los campamentos, mostrándoles la belleza de la Iglesia Católica, fomentando la práctica de los sacramentos y motivando a los que aún no los han recibido. En seguida, se rezaba con ellos en alabanza a la Virgen y se les regalaban fotos de Nuestra Señora, incentivándoles a una mayor devoción Eucarística y a la Madre de Dios.

“Que bueno es estar los hermanos juntos (…). Hermanas y hermanos, estas palabras Dios las dirige a Chile hoy, representados por su máxima autoridad, las autoridades regionales y por ustedes que han venido de distintos lugares de la patria amada y de otros países cercanos, nos dice en primer lugar, alégrense, alégrense chilenos y chilenas porque todos ustedes tienen una madre, Nuestra Señora del Carmen, Patrona y Reina de esta patria nuestra que tanto amamos (…).
Terminada la Eucaristía, el flujo de peregrinos aumentó de tal manera que todos querían saludar a la imagen de la Virgen del Carmen de la Tirana, y la fila de los devotos llegaba a veces a ocupar manzanas enteras. Aprovechando esta ocasión, los misioneros de los Heraldos del Evangelio, rezaban con el pueblo el Santo Rosario, alternando con las religiosas misioneras, que prestaban inestimable ayuda en esta nueva evangelización.